Se dice que dentro de los pilares fundamentales de la agricultura orgánica se encuentran tres elementos prácticamente imprescindibles: matera orgánica, microorganismos y minerales.
Y es que los microorganismos aportan en términos funcionales en agricultura orgánica (y convencional también) el elemento que hace disponible una diversidad de nutrientes presentes en el suelo de formas nominalmente insolubles. Son las interacciones de los microorganismos presentes en el medio ambiente que en mayor presencia van incrementando la disponibilidad de nutrientes.
Ocurre también, que las fincas orgánicas certificadas únicamente pueden hacer uso de insumos declarados permitidos por el ICA -en el caso de Colombia- e insumos que estén dentro de la lista OMRI, el uso de cualquier tipo de hongos u organismo biológico cuenta con la factibilidad completa de poderse utilizar siempre y cuando se cuente con una carta del proveedor en la cual se declare que no se trata de organismos genéticamente modificados, cuyo uso no está autorizado.
Desde hace muchos años ya se conoce el efecto entomopatógeno de algunos hongos, siendo su primer uso atribudo al cienfício Agostino Bassi quien aisló una cepa que afectaba gusanos de seda en 1835 con la enfermedad llamada Muscardina, posteroirmente al hongo causante de esta enfermedad se le nombró Beauveria bassiana en su honor.
Y es que estos hongos entomopatógenos (hongos que son patógenos a los insectos generalmente) cumplen una función muy importante para regular las poblaciones de insectos en la naturaleza, y he ahí su aplicación principal en la agricultura.
Debido a extensas investigaciones hoy en día es posible comprar en el mercado una gran cantidad de cepas de diversas especies de hongos con aplicaciones muy específicas, siendo los más comunes los siguientes:
El Trichoderma es un hongo bastante especial en agricultura orgánica, y aunque se han identificado cerca de 50 cepas de esta especie, las más utilizadas son harzianum, konigii y viridae, siendo usadas en su mayoría contra el hongo phytophtora que afecta una gran gama de cultivos de alta importancia económica.
Lo especial de esta cepa son básicamente dos efectos que produce en las plantas, una es que dada su tasa de crecimiento y reproducción se da por sentado que es un hongo invasivo y desplaza otros hongos, por lo que la incidencia de enfermedades fúngicas se reduce considerablemente. Lo otro es que las aplicaciones continuas de trichoderma inducen estimulación radicular, por lo que se afecta positivamente el desarrollo de las plantas pues influye en el balance hormonal de las plantas (Balance de Acido Indoleacético, Acido giberélico y etileno)
Es importante, tal como la selección de las cepas adecuadas de acuerdo al blanco biológico, que se apliquen las concentraciones adecuadas en la mezcla final y generalmente no menores a 1×106
Asimismo, dada la variabilidad de las cepas que pertenecen a cada especie, es igualmente necesario hacer pruebas de eficiencia, ya que especialmente cuando estos hongos se reproducen en un laboratorio in situ se van seleccionando automática y continuamente los mejores hongos para crecer en un sustrato en detrimento de otras características, deseables como por ejemplo, eficacia contra un blanco biológico.
El uso de hongos entomopatógenos o antagonistas es muy positivo en agricultura ya sea orgánica o convencional, siempre debe vigilarse la relación beneficio-costo de su uso que generalmente es muy buena para fincas certificadas orgánicas dado el alto valor agregado en la fruta producida y no perder de vista las siguientes recomendaciones esenciales:
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3625126/
https://www.sciencedirect.com/topics/agricultural-and-biological-sciences/muscardine
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